jueves, 8 de noviembre de 2012

Piercings y tatuajes no deben ser motivo de sanciones en colegios y universidades

Llevar piercings en lugares como la parte trasera del cuello, los arcos superciliares y hasta la lengua; o tatuajes permanentes en la piel, ha causado no pocas controversias en algunas instituciones educativas, especialmente colegios y liceos, donde los jóvenes seguidores de las tendencias acuden con los llamativos accesorios y son sancionados por ello, impidiéndoles, en algunos casos, la entrada al plantel u obligándolos a retirárselos de su indumentaria para poder ingresar al recinto.

Pablo Fernández Blanco, educador y coordinador general de la ONG Red de Apoyo por la Justicia y por la Paz, recuerda que "toda persona tiene derecho al libre desarrollo y desenvolvimiento de su personalidad, es un derecho humano, está consagrado en la Constitución, en los tratados internacionales y en la Lopna (Ley Orgánica de Protección del Niño y del Adolescente), es decir, desde el punto de vista jurídico ahí hay al menos dos derechos fundamentales: uno el libre desenvolvimiento de la personalidad y el derecho a la propia imagen". En tal sentido, precisa que "la normativa de cada colegio debería estar ceñida y apegada a la legalidad. La prohibición de los piercing, de los zarcillos, de los tatuajes y demás no está establecida en ninguna norma de ninguna naturaleza en este país; yo no puedo reprimir lo que no está prohibido por la ley. No se le puede privar el derecho a la educación a un muchacho porque tenga un piercing".

Sin embargo, el activista subraya que el tema debe ser abordado desde una óptica más profunda: "Desde lo psicológico es comprensible porqué los muchachos pasan por esta etapa de los aditivos externos en la propia imagen; desde lo pedagógico hay que canalizarlo, orientarlos, no reprimirlos, porque lo único que vas a generar en el muchacho es reacción: se va a sacar el piercing cuando entre, pero cuando cruce el portón del liceo hacia afuera se lo va a volver a poner, y no sólo uno sino dos del malestar que le genera tu actitud como docente".

Ante un panorama tan complicado, Fernández Blanco sugiere apelar a la negociación: "Si tú al muchacho le presentas argumentos lógicos, razonados, salvo que el muchacho sea muy reactivo u obtuso, tiene que entender. Yo les planteo, por ejemplo, que soy enemigo que utilicen piercing en la lengua; pero no se los puedo prohibir, tengo que prevenirles: un piercing es la lengua es la posibilidad inmediata de una infección. Tú no quieres arruinarte la vida por un piercing en la lengua, ¿te lo vas a poner? póntelo en otro lado. El muchacho se lo pensará, pero al menos tú le das opciones".

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